miércoles, 28 de mayo de 2008

móvil

- ¿Envío el mensaje o no lo envío?
- Tú sabrás.
- No sé, por eso te pregunto.
- A ver, ¿qué dice?
- Pues es bastante ambiguo, pero dice demasiado. Si lo envío, dice por lo menos que lo tengo en la cabeza.
- Pues no lo envíes.
- Ya, pero es que ...
- Pues envíalo.
- ¿Tú crees?
- Total, en la cabeza lo tienes, ¿no? Pues envíalo.
- ...
- Bueno, pues guárdalo y te lo piensas.
- Sí, mejor.


(click)

- ¡Mierda!

lunes, 26 de mayo de 2008

libros

- Se puede conocer a una persona cotilleando en su estantería ¿Ves? Miro los cantos de los libros y te conozco. No tienes libros de filosofía, ni autores raros. Te gustan los poemas de amor y los cuentos... y todas son ediciones de bolsillo, así que seguro que lees en el metro, en los parques y en las cafeterías, pero el dormitorio lo dejas para otras cosas.
- Sabrías mucho más de mí si abrieras cada libro por la primera página, esa que dejan en blanco en la editorial para que alguien, cuando te regale un libro, deje impreso el verdadero secreto de por qué leo lo que leo... de por qué soy como soy.

lunes, 19 de mayo de 2008

memoria

- Me he pasado toda la vida llenando este cajón del escritorio con memeces del tipo: la dichosa patita de conejo que me traje del pueblo el verano que viniste conmigo, la entrada del concierto de Sabina en el que terminamos enrollados, la chapita con el símbolo ese que ya no sé lo que significaba, servilletas y posavasos de los bares en los que me tomé copas contigo, garabateadas, dibujadas, mordisqueadas... una pieza de plástico que no sé a qué objeto pertenece pero que era importante porque me la diste tú, el anillo de papel de plata con el que nos casamos para siempre de pega... tengo el cajón y la memoria llenos de gilipolleces de esa índole... en lugar de haber guardado una de tus bragas, tu pintalabios o uno de tus labios... cualquier cosa que estuviera más viva.

lunes, 12 de mayo de 2008

parábola

- Me molesta especialmente.
- ¿Y qué quieres que haga?
- Pues no sé. Apunta con el chorrito fuera del fondo, por ejemplo.
- Ya estás con otra de tus crisis.
- No es una de mis crisis. No entiendo el placer que te produce que yo me tenga que enterar de que estás meando.
- No es culpa mía. Es la altura.
- Yo, y el niño, y el vecino...
- Si no fuera así de alto haría menos ruido. La altura contibuye a la aceleración del chorro de pis. Seguro que podría descomponer esta parábola en dos vectores, uno vertical hacia abajo y otro horizontal hacia la pared, y hallar la aceleración final con la que sale una masa de pis desde esta altura. Luego está la variable fuerza-con-que-sale. Sería interesante hacerlo...
- Mira que puedes llegar a ser capullo.
- ¿Crees que no soy capaz? Seguro que puedo diseñar una ecuación física que relacione la fuerza-con-que-sale, la altura y parábola que describe el pis y su caudal, para obtener el número de decibelios que provoca el chorrito al romper la tensión superficial del agua del water. No puede ser muy complicado. Igual hasta existe.
- Limpia el borde cuando termines.

crisis

- Deja ya de asumir crisis.
- Son mis crisis y las asumo si me da la gana.
- No. No son sólo tuyas. Tienes una tendencia innata a apropiarte de cualquier cosa que pueda convertirse en una crisis.
- ¿A qué llamas crisis?
- ¿A qué llamas tú crisis?
- A esto.
- Esto es una mancha de grasa en la camisa.

¿cómo lo llamarías?

- Tengo otra vez esa sensación.
- ¿Qué sensación?
- No sé cómo llamarla.
- ¿Buena o mala?
- Es como cuando estás sentado en el metro y se abre la puerta. Y entonces entra una señora mayor pero tampoco muy mayor. Y empiezas a preguntarte si será lo suficientemente mayor como para que tengas que cederle el asiento. Y cuando ya has decidido que sí... dudas un momento si hacerlo o no. Y entonces el que está sentado a tu lado se levanta, le ofrece su asiento y la señora sonría agradecida. Tienes por delante un minuto de trayecto hasta una estación en la que bajarte y te viene esa sensación...
- ¿De vergüenza?
- ... De... cobardía... no sé.
- Le das demasiada importancia.
- Es que la tiene.